26 octubre, 2010

¿ Los últimos días de España ?




De La Quimera, excelente blog , poco atendido, lamentablemente, pero de una visión y calidad que apabulla, no menos su autora es Julia Escobar, notable traductora y escritora, recojo éste análisis de alguien que desde fuera nos está viendo, y bien sabemos: desde lejos se ven los toros.
Los españoles no queremos creer que están acabando con el estado desde dentro, pero es una realidad de la que sólo los socialistas se percatan, no en balde ellos ya intentaron acabar con la república antes de que Franco actuara, tampoco es casualidad que las masas socialistas actuaran a las ordenes de los comisarios políticos cuando estuvieron a punto de dar el golpe de estado después del 11 de marzo, aquel en que volaron a 200 personas, inocentes, ajenos a todo y que sólo pretendían vivir una vida que les estaba destinada a ser , a la mayoría, muy corta, no lo consiguieron, pero cambiaron el curso de nuestra historia poniendo al mando de España a unos socialistas mendaces que la están dilapidando.
Los que denunciamos esto solemos ser llamados fascistas, derechona o retrógrados, me dá que , estos sí, fascistas de corte sociata y profesionales ,en su mayoría, de la política e incapaces de tener un trabajo fuera de ella son una casta que opta por el desmembramiento antes que ceder un sólo metro en sus pretensiones económicas. No son pocos los que se están percatando. No son tantos los españoles que no están en el redil , esperemos que no sea tarde. Pero si eso es lo que queremos, adelante, saltar al precipicio es gratis.


La Quimera
Un corresponsal me envía este texto con el ruego de que lo difunda por tierra, mar y aire. Lo hago en su absoluta literalidad:

¿Los últimos días de España? Por Joseph Stove

"En 2007, el prestigioso escritor Walter Laqueur publicó "The Last Days of Europe", un lúcido estudio sobre las causas de la decadencia europea. El libro no ha sido publicado todavía en España, donde la corrección política se impone.
Laqueur trata de dar respuesta a la cuestión de qué ocurre en una sociedad cuando bajos índices de natalidad sostenidos, envejecimiento, se juntan con una inmigración incontrolada.

Por supuesto que España no se escapa de su agudo análisis y deja constancia de su rol en el "landslide" europeo.
El contexto sociocultural que expone Laqueur, es motivo para reflexionar sobre las singularidades que aquejan a España y que no comparte con ningún otro país de Europa, lo que hace de su situación algo particularmente grave:


- En España, a 30 años de aprobarse su ultima constitución, el modelo de estado sigue sin cerrarse, lo que se ha traducido en una dinámica de descomposición. En un arrebato de originalidad se puso en práctica un modelo excepcional en el constitucionalismo comparado: el "estado de las autonomías".


Su materialización ha consistido en ir desposeyendo, paulatinamente y sin pausa al Estado de sus competencias, creando a la vez fronteras interiores basadas en exclusivismos artificiales y en diferentes niveles de bienestar.

- España es el único país de Europa con un terrorismo propio, de carácter secesionista, donde sus miembros y simpatizantes están en las instituciones del estado y reciben ayuda de los presupuestos públicos.


- En España, se relativiza, o se niega el concepto de nación, impulsado por un "status" de idiosincrasia política que permite la puesta en manos de exiguas minorías independentistas, resortes políticos que cualquier estado con un mínimo sentido de la supervivencia no osaría considerar, ni tan siquiera en tono de broma, su transferencia a las regiones. Ejemplo: la educación.

- Y, sobre todo, existe un hecho de enorme importancia social: el pueblo español cree que vive en una democracia consolidada.


Se instaló en la opinión pública la certeza que era madura y estaba bien informada, que había una clase política experta y con sentido de estado, que funcionaba la separación de poderes y actuaba como la fortaleza de la democracia, dado el vigor y prestigio de sus instituciones. Todo una falacia.


Un largo periodo de crecimiento económico y bienestar material enmascaró durante años la metástasis que corroía el cuerpo nacional.


El fin de los sueños se produjo el 11 de marzo de 2004. Un ataque, posiblemente por parte de un actor no estatal, en forma de acción terrorista, iba a poner de manifiesto la enfermedad terminal que aquejaba a España.


La sociedad lo encajó como un "atentado", un hecho al que estaba acostumbrada por las innumerables acciones de ETA y que tenía su liturgia particular.

Pero esta vez, el ataque era de carácter "apocalíptico", no era "selectivo" como los anteriores.

Tenía un objetivo claro, destruir España como actor
estratégico.
Los casi doscientos muertos y los cientos de heridos, efecto material del ataque, sólo eran el catalizador para alcanzar los efectos
estratégicos, los cerebros habían materializado su trabajo.
El pueblo español fue engañado.


No había sido casual que España fuese elegida como blanco. La debilidad de sus instituciones y la vulnerabilidad de su opinión pública, la hacen pieza adecuada para asestar un duro golpe al mundo occidental, suprimiendo a uno de sus peones.

A partir del 11 de marzo de 2004, España desapareció como actor estratégico y se volvió hacia si misma, como había hecho en los dos siglos anteriores.


Una ola de "catetismo" invade el país. La fabricación de "diferencias" entre regiones se acentuó, "la España plural", a la vez que la Constitución se adapta convenientemente a las circunstancias.

Se apeló a la "memoria histórica", como si de la Guerra Civil al posmodernismo de principios
del siglo XXI no hubiese ocurrido nada, y se articuló una política de "ampliación de derechos" que no era más que ingeniería social, al más puro estilo orwelliano.

El 11 de marzo de 2004 se convirtió en fecha incómoda. La sociedad española no consideró la acción terrorista un ataque a su integridad, sólo una
retribución por una errónea política exterior.
Cualquier estado moderno que sufriese una agresión semejante habría empleado los resortes adecuados para conocer quien promovió el ataque y a quien beneficiaba, en el ámbito internacional, para actuar en consecuencia.

Pero a una sociedad que se le había inoculado el "no a la guerra",por parte de una izquierda insolidaria, no podía concebir que alguien emplease la violencia organizada para alcanzar fines políticos.

La "verdad judicial" aclararía el hecho. Hoy se conoce dicha verdad, pero poco se sabe de quien ordenó el ataque y a quien benefició en el ámbito internacional. La opinión pública, dirigida por la clase política de izquierdas no quiere ni volver a oir hablar del tema.


Como señala Laqueur, su sociedad está enferma y su mediocre clase política es incapaz de encontrar el tratamiento adecuado ya que, sin excepciones, se embarca en una huida hacia delante, alabando el "estado de las autonomías" y evitando las referencias éticas.

Si no reacciona, todo hace indicar que "The last days of Spain" seran un hecho.