21 septiembre, 2007


... Sobre la faz de las aguas.



En estos tiempos convulsos suelen pasar noticias que se solapan cuando no son relativas a la
política diaria de consumo, pero a efectos prácticos, incluso geo-políticos, son importantes y a veces determinantes.
Hace unos días leí que una empresa israelí había conseguido desalar agua del mar para consumo humano de forma industrial y a unos costos asumibles con lo que eso podría suponer para la zona. Eso que a mí me ha parecido extraordinario no parece ser que haya tenido mucha trascendencia para el resto de la humanidad, sin embargo de todos es conocido la importancia estratégica del agua y los conflictos ocasionados y los que potencialmente ocasionará. Por eso incorporo este artículo de la revista LA LUZ, para mí una fuente constante de sorpresas y todas agradables, salvo que creo que ya no se edita. No tiene desperdicio y aunque es de hace 4 ó 5 años no sólo tiene actualidad sino que se reafirma.
Cuando se habla del Medio Oriente, rápidamente se asocia el área con el petróleo y la conflictividad vinculada con sus yacimientos. En realidad esta es sólo una de las más que obvias razones de la hostilidad en la región. Otra, aún no tan conversada, es el agua y sus caudales. El problema se torna cada vez más acuciante para las naciones de la zona. El vital líquido escasea y lo que se impone es su uso compartido, racional y racionado. Y para llegar a esto es necesario establecer consenso entre los países involucrados. Nada más difícil en el Medio Oriente. Sea cual sea el tema.
Medio Oriente carece de reservas hídricas. La situación se torna cada vez más crítica, y a pesar de ello el tema no se ha transformado en prioritario en las discusiones sobre la región. Tampoco se han tomado medidas preventivas. El Líbano es, quizás, la excepción. Las sequías son cíclicas. Los ríos y fuentes subterráneas suministran tan sólo la mitad de lo necesario. En los próximos decenios será imprescindible un aumento de 400% de las existencias actuales. Y hay pocos recursos a disposición: las represas que todavía falta construir...
La más afectada por el déficit es la agricultura, que necesita un 80% del agua disponible. La población, en la zona que nos ocupa hoy, crece, en términos generales, en un 100% cada 25 años. Gran parte de ésta, paulatinamente, está migrando hacia las urbes, donde el nivel de vida es superior al del campo, y por ende la demanda de agua por vía de la canalización, también. Algunas ciudades populosas ya sufren aguda crisis. Varias de éstas gozan sólo durante pocos días del mes del suministro de agua corriente que llega a los hogares por vía de la canalización. Y el agua potable transportada en tanques que se suministra a los consumidores, resulta muy cara para la mayoría de la población, lo que contribuye a desencadenar primero las epidemias y como resultado un aumento de la mortalidad.
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Las fuentes de agua disponibles en la región, como dijimos al principio, son objeto de fuertes disputas, aún no muy publicitadas. Esta es una de las razones, solos, nunca vivirán en paz entre sí. Los grandes ríos del Medio Oriente nacen fuera de la región y su utilización compartida es tema de constantes conflictos, aún no muy divulgados. Del petróleo se habla mucho más que del agua. Quizás la explicación para la priorización del tema es que el petróleo es necesario para las máquinas; el agua para el hombre. Pero el aljibe no se construye recién cuando se tiene sed...
El único acuerdo interárabe formal conocido sobre la utilización común del agua es el tratado entre Egipto y Sudán de 1959 sobre el caudal del río Nilo cuando la represa de Asuán estaba todavía en construcción. Los países alejados del lugar donde nace el Nilo temen que en cualquier momento el caudal de las aguas, sea cual sea la razón, pueda ser desviado por el gobierno que tiene el dominio geográfico del nacimiento del río. Lo curioso es que guerras entre los pueblos islámicos tuvieron su origen en razones mucho más baladíes que el agua que, después de todo, es un elemento imprescindible. Pero parece que divergencias en la interpretación del Corán, o la desconfianza a causa del rearme de algún “país hermano”, tuvieron más aceptación como “casus belli”.
En el fondo, los conflictos acuáticos no degeneran en una guerra porque los países en cuyo territorio nacen los ríos son militarmente más fuertes.
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Los ríos Eufrates y Tigris nacen en Turquía, lo que da una enorme ventaja estratégica a este país frente a Siria e Irak. Ankara se niega siquiera a conferenciar sobre este fundamental tema con Damasco y Bagdad. Para los turcos el asunto de aguas compartidas está fuera de toda deliberación, lo que, por sí sólo, claramente define el perfil geopolítico del área.
Agreguemos a lo anterior: a principios de diciembre los turcos echaron al embajador iraquí acreditado en Ankara. Sumando a todo esto la visita del secretario de Estado norteamericano alrededor de la misma fecha, no se requiere mucha perspicacia para sacar conclusiones sobre la atmósfera política imperante en esta parte del mundo.
En este contexto conviene mencionar que durante más de 15 años Siria apoyaba a los kurdos, con armas y dinero, contra Turquía. El fin era distraer la atención de los turcos hacia problemas de seguridad nacional y así evitar la construcción de las obras que atesoraban aguas del Eufrates en las represas turcas, que estaban en la proximidad de la frontera común poblada mayoritariamente por kurdos en rebeldía contra la metrópoli. Lo que por supuesto resultó un espejismo. Uno más.
El fallecido presidente turco, Özal, intentó en 1989, basándose en el hecho de que en su país nacían los ríos Eufrates y Tigris, transformar a Turquía en primera potencia de toda la región: desde el Bósforo hasta la península arábiga. En su panturquismo hegemónico, el finado jefe de Estado soñaba con la construcción del “proyecto suranatólico” (en turco: Güneydogu Anadolu Projesi) que concentraba las aguas de los dos ríos en una represa con 22 diques y 19 plantas hidroeléctricas en el extremo suroeste de Turquía.
Özal, quien se basaba en una ficción histórica sobre la cual no hay ni testigos ni documentos, pensaba transformar todo el territorio en un Edén, como él se imaginaba que era antes del siglo XIII, cuando los mogoles y las sequías lo devastaron, bautizó su proyecto “Agua para la paz”. Incluía la construcción de un acueducto atravesando los territorios de Siria, Israel y Jordania hasta los Emiratos. Todo esto “para apagar la sed del Oriente Medio”. Naturalmente, nada de este voluntarismo oriental pudo realizarse. Hasta ahora. Los vecinos de Turquía desconfían, recelan de Ankara y se quedaron con la sed y sin el agua...
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Simultáneamente, los países árabes intentan lanzar una doctrina con tosca lógica jurídica según la cual las aguas de los ríos internacionalesson propiedad de todas las naciones: su camino natural no debe desviarse, su caudal debe redistribuirse equitativamente y no corresponde que tengan exigencias monetarias las naciones donde nacen los ríos.
Todo el mundo sabe que los problemas en el Medio Oriente son siempre de orden político y no tienen una solución jurídica. Y los acuerdos políticos son fruto de deliberaciones de las que surgen los nuevos compromisos que reemplazan a los caducos. Pero exigir concesiones de la parte más fuerte sin ofrecer las propias, y todavía hostigarla, parece que no será el camino para una pacificación en el área.
Todas esas protestas vecinales no disimulan la existencia de serias discrepancias intrarregionales de carácter transfrontal. Pero así como están las cosas en la actualidad, Turquía tiene serias posibilidades de avanzar una vez concluidos los planes con relación a los proyectos hidroeléctricos, en el 2010.
En la actualidad Turquía provee a Israel 50 millones de metros cúbicos de agua dulce anualmente vía acueductos y buques cisterna. Los acuerdos correspondientes que preceden al suministro se enmarcan en la alianza turco-israelí existente ya desde hace largo tiempo. Estados Unidos está cada vez más interesado en los problemas del Medio Oriente, actualmente la incubadora del terrorismo internacional. Turquía es una parte esencial en la estabilidad de la zona y los proyectos y realizaciones en el campo hídrico la convertirán en un socio imprescindible en el esfuerzo de mantener elequilibrio del poder en ella. En este sentido el problema del agua se torna determinante para la paz y puede contribuir decisivamente a alcanzar los objetivos que imponen las circunstancias internacionales después del 11 de setiembre.
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Si los Estados Unidos, una vez concluida la operación antitalibán, tuvieran en el futuro próximo que enfrentar situaciones difíciles a raíz del escalante conflicto entre Pakistán y la India o a las continuas escaramuzas China-Taiwan, o ambos, es estratégicamente vital que Washington pueda confiar en aliados como Turquía, Israel y Rusia.
El reservorio del terrorismo internacional está hoy, como se pudo comprobar, en Pakistán, Arabia Saudita, Egipto y una serie de países islámicos menores. No quiere decir esto, por supuesto, que sus respectivos gobiernos están de acuerdo con los asesinos. Pero prefieren distraerlos de los problemas nacionales y desviar su afán de matar y destruir hacia objetivos allende sus fronteras.
No actúan por convicción sino por pusilanimidad. Pero en la práctica es lo mismo. Si no tienen la capacidad de enfrentarse a la subversión nacional no es tolerable que la internacionalicen para su propia comodidad y seguridad. Los gobiernos de los países de donde proviene la mayoría de los asesinos con la más excesiva carga extremista, tienen que adquirir la capacidad de neutralizarlos antes que inicien su tarea satánica. No se aprende a afeitar rasurando barbas ajenas...
Hace decenios que existen teóricos de la sociología política que manejan, sin cansarse, pero aburriendo al público con esquemas irreversibles a pesar de la presión de evidencias nuevas, el llamado enfrentamiento Norte-Sur. Explican el terrorismo internacional basándolo invariablemente sobre premisas causales, como consumo de energía, explosión demográfica, alimentación, pobreza, miseria masiva. Cometen a sabiendas el error de no analizar los hechos en clara relación a su valor y peso objetivo, limitándose a buscarles ubicación en el esquema del momento. Un “momento” que dura ya cuarenta años.
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Ocurre que todos los asesinos terroristas, que configuran el tipo del homo demens, provienen de hogares más que acomodados y simplemente noresponden a los clisés de los señores sociólogos. Pero éstas son “contradicciones dialécticas” y no son óbice para seguir desafiando las pruebas históricas. Ningún fracaso les convoca a callarse.
La miseria no se combate hostigando a aquellos centros de poder económico de los cuales podría provenir el alivio social para el mundo. Sólo los países desarrollados son capaces de aliviar las condiciones en las naciones subdesarrolladas. Si no, ¿quién? ¿Acaso el ejemplo de los ortodoxos talibán en el poder durante tantos años no es suficiente para espeluznar a cualquiera? Sí, ¡a cualquiera! Pero los fanáticos, en el acmé de su demencia, están convencidos de que lo peor es lo mejor... La suya es una finalidad sin fin.
El señor Bush lo dijo con diafanidad, según yo recuerdo: “Perseguiremos a los terroristas estén donde estén y a aquellos que los cobijan y ayudan”. No creo que el presidente norteamericano haya cambiado su opinión desde setiembre hasta la fecha.
El poder se demuestra ejerciéndolo cuando es objetivamente necesario. Porque la meta final de las guerras es quebrar la voluntad de combatir del enemigo y hacerle saber de la inutilidad de toda resistencia. Ya lo habíaconstatado Karl von Clausewitz.
(Fuente: Keren Kayemet Le Israel) Por Alphonse E.-